COP26 – A pesar del progreso, la amenaza de un catastrófico cambio climático es inaceptablemente alta

15 Noviembre 2021

La Internacional Socialista siguió muy de cerca los desarrollos en Glasgow durante la Cumbre de la COP26, que se centró en temas cruciales que han estado por mucho tiempo al centro de la agenda global de la IS. Miembros de esta familia política se encontraban también entre las delegaciones nacionales asistiendo a la conferencia, y el Secretario General de la IS estuvo presente manteniendo amplios intercambios sobre las expectativas de nuestra Internacional de la COP26 y el trabajo continuo de la IS para asegurar que una respuesta a la crisis climática siga siendo una prioridad.

El objetivo único y más importante de la cumbre era lograr que los países y líderes mundiales se comprometieran de manera vinculante a reducir las emisiones, lo cual abriría una posibilidad realista para lograr el objetivo acordado en París de limitar el calentamiento global a 1,5°C. Mantener el 1,5°C vivo requiere como mínimo, una reducción del 45% de las emisiones globales para el 2030. Como lo urgió la IS con anterioridad a la COP26, las economías desarrolladas que son responsables de la mayor cantidad de emisiones actuales e históricas, necesitan comprometerse a hacer reducciones muy por encima de esa cifra durante este periodo.

Como queda establecido en el Pacto del Clima de Glasgow, las actuales Contribuciones Determinadas Nacionalmente (CDNs) estiman que las emisiones de gases de efecto invernadero llegarán a ser en 2030 un 13,7% más altas que los niveles de 2010. Los análisis de Seguimiento de la Acción Climática (CAT) de las CDNs muestran que el mundo avanza hacia un calentamiento de al menos 2,4°C y en 2030 será ya demasiado tarde para permanecer dentro del objetivo de 1,5°C. Esto sería una catástrofe para el planeta y se hace evidente que es necesario reducir las emisiones de forma más intensa y con mayor antelación. La incapacidad o falta de voluntad de las partes para comprometerse con las CDNs, en conformidad con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París, significa que la COP26 no es el éxito que habíamos esperado, pero sin embargo es importante que la declaración hace un explícito llamamiento a las partes a someter nuevos o actualizados CDNs con anterioridad a la COP27, y que el secretariado de la CMNUCC supervise anualmente, de ahora en adelante, el progreso para lograr esos objetivos. Pese a que la COP26 no haya entregado los requeridos compromisos sobre reducciones de las emisiones, el marco sigue en su lugar para hacer posible que esto suceda, si se encuentra la voluntad política. Por lo tanto, sigue siendo vitalmente importante mantener la presión sobre todos los gobiernos que no han cumplido con el 1,5°C del Acuerdo de París compatible con las CDNs, para incrementar de manera urgente la ambición de mitigación con anterioridad a la COP27.

La importancia de una acción por las economías más grandes del mundo no puede ser subestimada. Como ha sido reconocido por la Coalición para un Alto Nivel de Ambición, si todos los países del G20 se comprometieran a avanzar hacia el 1,5°C, esto podría ser suficiente para limitar el calentamiento a 1,7°C para el año 2100. Sin embargo, con respecto al corte inmediato y profundo de las emisiones, lo cual es una condición previa para limitar el aumento de la temperatura global, demasiados de estos países de altas emisiones han mostrado una insuficiente ambición y en algunos casos una alarmante falta de compromiso, enfocándose en promesas de alcanzar un nivel neto cero de emisiones mucho más tarde este siglo. Los objetivos de neto cero deberían ser reconocidos y son una parte importante de la solución general, pero la ambición a largo plazo no puede compensar las insuficiencias a corto plazo de los actuales objetivos. Alcanzar neto cero en 30 o 50 años será en vano si los compromisos a corto plazo no son aumentados dramáticamente. Peor aún es el problema de que la promesa de neto cero en el futuro da lugar a un planteamiento de ”queme ahora, pague después”, mientras las emisiones de corto plazo continúan inaceptablemente altas al confiar los países en técnicas de eliminación de CO2 y estrategias de compensación no probadas y a menudo poco realistas.

La COP26 ha visto algunos graduales progresos en un número de áreas significativas que contribuirán a la futura habitabilidad del planeta. Por ejemplo, se han tomado pasos positivos para poner fin al uso del carbón a nivel mundial, con más de 40 países comprometidos ahora con la eliminación progresiva de la energía del carbón, y más de 100 países, organizaciones e instituciones financieras comprometiéndose a poner fin al financiamiento de nuevo carbón, lo cual lo haría financieramente inviable. Sin embargo, el plazo para poner fin a la energía eléctrica del carbón necesita adelantarse para estar de acuerdo con lo que se requiere para permanecer dentro del 1,5°C, y las grandes economías dependientes del carbón, incluyendo a Australia, China, India y los EE.UU. necesitan comprometerse a eliminar progresivamente el carbón. Cambios de último minuto al texto del Pacto del Clima de Glasgow quitando toda referencia a una eliminación del carbón son decepcionantes y reflejan la magnitud del desafío que persiste para poder avanzar hacia un futuro libre de combustibles fósiles. Poner fin de manera rápida y total a todos los subsidios para los combustibles fósiles es parte esencial de este proceso.

Un compromiso histórico de más de 100 países de reducir para 2030 las emisiones globales de metano en un 30% por debajo de los niveles de 2020, si se consigue impedirá 0,2°C de calentamiento para mediados del siglo. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las emisiones de metano causadas por los humanos pueden reducirse hasta en un 45% esta década, impidiendo un 0,3°C de calentamiento y por lo tanto es crucial que esto sea considerado como un punto de partida para lograr el objetivo de aumentar la ambición, cuantificar políticas y objetivos que puedan ser controlados a escala nacional y alentar a los mayores emisores que aún no han participado con su firma, tales como China, Rusia e India, a unirse a este compromiso.

Un pacto para detener y revertir la deforestación para el año 2030, incluyendo a 100 líderes mundiales que representan el 85% de los bosques del planeta, es un paso importante y en la dirección correcta que incluye a países con grandes extensiones de bosques y una activa deforestación, tales como Brasil, Indonesia y República Democrática del Congo. Los bosques capturan de manera natural billones de toneladas de carbón anualmente y la actividad de deforestación representa aproximadamente el 10% de todas las emisiones globales del carbón, haciendo que el fin de la deforestación sea un componente importante para la reducción de las emisiones, lo cual dará también impulso a los esfuerzos para salvaguardar la biodiversidad. Crucial para el éxito de este pacto será hacer entrega de los fondos prometidos para proteger los bosques, restaurar las tierras dañadas, hacer frente a los incendios forestales y apoyar a las comunidades indígenas.

La financiación sigue siendo un tema controvertido, las naciones ricas han roto la promesa hecha en Copenhagen en 2009 de entregar 100 billones de dólares anuales a los países en desarrollo a más tardar en el año 2020, para ayudarles a adaptarse al cambio climático y mitigar las alzas en la temperatura. Este fracaso en el cumplimiento de este objetivo, reconocido por todas las partes en el Pacto del Clima de Glasgow, pone en peligro la confianza e impide el progreso. No es un secreto que los objetivos de reducción de las emisiones de muchos países están condicionados al apoyo internacional, lo que hace de la financiación al clima uno de los mayores componentes para entregar lo que se ha prometido. Como siempre lo ha declarado la IS, este es un asunto de justicia climática, el problema fue creado en gran parte por países en Europa, Norteamérica y Asia Oriental, pero es en el hemisferio Sur y en particular en países con bajas emisiones históricas donde se está sufriendo y donde se carece de medios para cubrir las grandes pérdidas y los desastres humanitarios, aún si se entregara el prometido financiamiento al clima. El Pacto de Glasgow reconoce la necesidad de un mecanismo más fuerte sobre pérdida y daños para compensar a los países vulnerables debido a los impactos del clima, pero no cubre lo suficiente para asegurar un financiamiento que permita a los países ayudar a sus ciudadanos a enfrentar la devastación causada por el clima.

Los mortales efectos del cambio climático y el calentamiento global ya están con nosotros. Un poderoso testimonio ha sido entregado a la COP26 por los que sufren los acontecimientos metereológicos extremos y por otros cuya misma existencia está amenazada por el crecimiento de los niveles del mar. A pesar de que la ciencia ha sido clara durante muchos años, demasiados responsables de la toma de decisiones han permanecido escépticos hasta el momento en que han sido testigos de las temperaturas récord y el aumento en la frecuencia de los desastres naturales. Luego de décadas caracterizadas por la prevaricación, la negación  y la inacción, ahora existe un sentido de urgencia y un impulso importante emanado de coaliciones de países unidos en su determinación de salvaguardar el futuro del planeta.

Sin embargo, sigue habiendo una desconexión entre la gravedad de la situación y las consecuencias de no tomar una acción inmediata y los compromisos que emergen de Glasgow. Las medias medidas y vacilaciones de hoy no pueden corregirse en el futuro y existe una palpable frustración e ira a través del mundo donde millones han alzado sus voces en defensa del derecho de generaciones futuras de llegar a un planeta habitable. A pesar de que se han tomado pasos positivos en la COP26, la magnitud de la emergencia climática como resultado de una inacción previa significa que existe el grave peligro de que las medidas acordadas sean muy escasas, muy tardías y consideradas en años futuros como el momento en que se perdió la última oportunidad para retroceder frente al precipicio de un cambio climático irreversible y catastrófico. Al llegar a su fin la COP26, aún existen esperanzas de que los países del mundo puedan aumentar su ambición colectiva y unirse para enfrentar la mayor amenaza para la humanidad. La Internacional Socialista y sus miembros continuarán dedicándose de todo corazón a lograr este fin.